DIETA EQUILIBRADA


            Comemos para alimentarnos, claro esta: pero el instinto que nos fuerza a comer con su empuje suave pero irresistible es el apetito, el hambre. Porque comemos y bebemos más por habito o por tendencia natural, que porque razonemos que nos es imprescindible alimentarnos para mantenernos vivos y sanos. A la hora de decantarse por un plato o una bebida, el sabor pesa más que la salud. Pero por suerte es posible combinar las dos cosas: una comida sana puede ser muy rica, y un plato apetitoso puede ser muy sano.

            Siendo un poco optimista, y por qué no íbamos a serlo, si un alimento sabe bien, normalmente es bueno comerlo. Pero no siempre es así, ya sabemos que el instinto es mal consejero. Por ejemplo, un amigo se comería un buen plato de almejas de vez en cuando, porque le encantan, pero se tiene que reprimir porque no las digiere. Y por ejemplo una cena opípara de cochinillo asado se nota en el vientre toda la noche y en el talle a partir del día siguiente.

       Aclaremos que una dieta no es un castigo. Una dieta es una forma de organizar la alimentación de un periodo concreto de tiempo, puede ser toda la vida. Todo el mundo utiliza una dieta. ¿Pero es una dieta correcta?.

            En una dieta tenemos que tener en cuenta por un lado las necesidades nutricionales y por otro el modo de alimentarse. Teniendo en cuenta estos dos factores podemos hablar de dieta equilibrada, aquella dieta que permite al individuo, teniendo en cuenta su edad y posibles situaciones fisiológicas  (embarazo, lactancia, crecimiento), el mantenimiento de un adecuado estado de salud a la vez que le capacita para la realización del ejercicio que realiza diariamente.

            Una dieta equilibrada tiene que ser variada y suficiente. Utilizar todos los grupos de alimentos y en una proporción adecuada.

            No existe una dieta equilibrada ideal que se pueda extrapolar a toda la población, sino que varia en cada individuo según condiciones socioeconómicas, disponibilidad de los alimentos en la región, gustos personales, hábitos de vida y alimentación, habilidades culinarias, creencias religiosas, existencia o no de una patología, situaciones fisiológicas especiales (embarazo, lactancia, adolescencia, etc.) y por supuesto edad, sexo y antropometría del sujeto.

            Teniendo en cuenta estos condicionantes, una dieta equilibrada debe cumplir con las siguientes condiciones:

  • Aportar suficiente energía para las necesidades de funcionamiento y desarrollo del organismo.
  • Contener elementos formadores que contribuyan al recambio y crecimiento de las distintas estructuras biológicas.
  • Aportar las sustancias reguladoras que controlan las distintas fases del metabolismo.
  • Y finalmente, todas estas sustancias deben guardar una proporción entre ellas.